“Un verdadero escritor no sólo desea escribir; un verdadero escritor tiene que escribir”

Alan Moore



Desde hace varias décadas, se ha observado una afortunada relación simbiótica entre dos quehaceres de la cultura popular que han unido sus esfuerzos para complementar un redondo resultado. El cómic y el cine han mantenido una interesante relación que ha ofrecido excepcionales resultados (aunque también hay casos harto mediocres). De tal forma que héroes que nacieron en papel, a la fecha su leyenda ha trascendido las fronteras del tiempo, vía la pragmática naturaleza del celuloide.

En recientes fechas, una gran legión de admiradores de un autor de culto de esta saga literaria está en jubilosa víspera, ya que se ha anunciado que para el próximo 6 de marzo de 2009 se estrenará a nivel mundial la cinta Los vigilantes (The watchmen, 2009), dirigida por Zack Snyder (primero de marzo de 1966, el polémico autor de la cinta 300 [Trescientos], basada en la novela gráfica de Frank Miller), la nueva adaptación al cine de la obra del sorprendente, extraordinario y prolífico autor inglés Alan Moore, célebre pluma que ha creado una extraordinaria cantidad de superhéroes, villanos y antihéroes, en varias celebradas sagas, ubicadas en el fértil ámbito del mundo del cómic y que hoy arriba al medio siglo y un lustro de productiva vida.

Con este pretexto, a continuación se hace una breve semblanza de la vida del entrañable autor de culto de fabulosas historietas y de extraordinarios volúmenes de la llamada novela gráfica.

“M” de Moore (no de Marvel)

Curt Vile, Jill de Ray, Translucia Baboon es el seudónimo literario del autor nacido bajo el nombre de Alan Moore, el 18 de noviembre de 1958, en Northampton, Inglaterra. Hijo de Ernest Moore, trabajador de la industria cervecera, y de la impresora Sylvia Doreen. Su infancia y primera juventud transcurrieron en los barrios pobres del otrora enclave industrial británico (reconocido a principios del siglo XX por la calidad del calzado manufacturado en sus inmediaciones) y su primera gran influencia hacia el amor a la literatura fue su madre.

“Uno de los traficantes de LSD más ineptos del mundo”

En el transcurso de su caótica adolescencia se dedicó a consumir y traficar con ácido lisérgico o LSD, situación que motivó su expulsión escolar en el año de 1970. Más tarde, dirigió su inquieta y misantrópica industria vocacional al terreno de la escritura, en donde se inicia creando mundos alternos a la realidad inmediata en una serie de elaboradas narraciones en donde utiliza como recurso la simultaneidad, el paralelismo y en donde esgrime la herramienta de la elipsis, además de intercontextualizar una serie de elementos narrativos o imágenes para crear notables escenarios alternativos o ucronías, en donde además vierte su elaborado bagaje cultural.

Es de esta forma que el autor, a fuerza de proponer ejercicios en donde se manifiesta toda la intensidad de su anarquía política, su característico y oscuro “revisionismo histórico”, su desbocada y delirante fantasía, ha creado una serie de influyentes colaboraciones con artistas gráficos como: Stephen Bissete, el maestro escocés Eddie Campbell (10 de agosto de 1955), el londinense Kevin O’Neill (1953), Dave Gibbons (14 de abril de 1949), David Lloyd (1950), entre otros, que han creado celebérrimas obras que por su riqueza artística y conceptual son producto de un sincero culto por parte de miles y posiblemente millones de gustosos fanáticos, que atesoran con intensidad, piezas como: Constantine (1985), Desde el infierno (From hell, 1991), La Liga de Caballeros Extraordinarios (The League of Extraordinary Gentleman, 1999), V de Venganza (V for Vendetta, 1982), Los vigilantes (The watchmen, 1986), entre las más destacadas que han sido publicadas en las editoriales especialistas como: Marvel y DC Comics, entre las principales.

La liga de cómics extraordinarios (llevados al cine)

Fue inevitable que el cine no se viera tentado a llevar esas fabulosas historias a la pantalla y desde hace varios años constantemente esto ha ido ocurriendo. Fue en el año de 2001 que se llevó a cabo la traslación de la obra Desde el infierno (From hell), obra que hace un pasmoso acercamiento a la figura del asesino serial victoriano Jack el Destripador.

Dirigida por los hermanos mellizos y afroamericanos Albert y Allen Hughes (primero de abril de 1972, Detroit, Michigan), la cinta fue estelarizada por Johnny Depp, Heather Graham y Ian Holm. Dos años más tarde, el especialista en cine fantástico, Stephen Norrington (1964), materializó la versión cinematográfica de La Liga Extraordinaria (The League of Extraordinary Gentleman, 2003), en donde participaron los actores Sean Connery (en su última actuación en pantalla grande), Tony Curran, Peta Wilson, Stuart Townsend, entre otros. Trabajo que no satisfizo a Moore, que inmediatamente retiró su nombre de los créditos principales (situación que desde entonces es su modo de operar, para evitar mellas en su prestigio).

Es de esta forma que para el próximo marzo se anuncia el estreno de la ya citada obra Los vigilantes (The watchmen, 2009), cinta que presupone una década ochentera en donde es inminente la confrontación nuclear de las dos potencias líderes de la llamada guerra fría y en donde un grupo de atípicos superhéroes y villanos (Búho Nocturno I y II, Espectro de Seda I y II, Capitán Metrópolis, Justicia Enmascarada, Polilla, Silueta, El Comediante, Rorschach, Doctor Manhattan, entre otros) tienen que afrontar la responsabilidad de que la debacle no suceda. Protagonizada por Carla Gugino, Billy Crudup, Patrick Wilson, Malin Akerman, entre otros, se espera que la saga se convierta en un éxito y una redituable franquicia.

Es de esta forma que a medio siglo y un lustro, el afamado literato de lo fantástico sigue su inequívocamente triunfal estela de obras que tiene un nutrido grupo de admiradores, pero también un importante grupo de detractores, que en cada oportunidad se enfrentan en convenciones y eventos afines, en donde lo único que ocurre con certeza es que la fama y la leyenda de esta pluma del género se fortalece. Finalmente, se recuerda la reminiscencia biográfica del autor, que desde las profundidades de su subconsciente emana para confirmar el “destino manifiesto” que aguardaba a Moore, cuando declaró lo que sirve de epílogo a este recuerdo y que dice:

“Fui una especie de niño egoísta, que deseaba que las cosas fueran a su manera…”.